
Alan Haynes y Santiago Campillo sientan cátedra en una noche de rock y blues de alto voltaje
14 octubre, 2023
Noche de alto voltaje la vivida en el Teatro Apolo en la noche del viernes gracias a la combustión sonora que generó la explosiva fusión de dos maestros del blues, el rhythm and blues, el rock más canónico, a veces con querencia funk, como el reputado guitarrista norteamericano Alan Haynes y el murciano Santiago Campillo que, junto a Oneida James (bajista de Joe Cocker durante trece años) y José Ciudad, uno de los mejores bateristas del género. Tal es así que su más de hora y media de actuación se puede considerar como una clase magistral, un cátedra o lección de estilo que el público acompañó con fervor después de casi todos y cada uno de los solos. Todo ello en el marco de la programación de otoño puesta en marcha por el Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería.
Santi conoció a Alan en su Texas natal hace once años y de aquella amistad surgió un pronóstico entre el desafío y la promesa: “Alan, te voy a llevar a mi tierra para que toquemos juntos”. Para beneficio de todos los que pueden decir hoy “yo estuve allí esa noche”, el concierto de anoche fue todo los genuino y candente que se le sabe a un repertorio formado por temas de otras leyendas de la corte como John Mayall, Ray Charles, Cream, Jimi Hendrix, BB King o Jimmy Reed. Casi nada.
Con un sonido preciso entre la pulcritud para apreciar cada uno de los diálogos de guitarras, el manto corpóreo y lustroso de las líneas de bajo y una batería que parecía tocada por más de una persona y la turbiedad espesa que evocan los escenarios noctívagos de bares con suelo de madera. Tras una primera piedra de toque como “Parchman Farm”, algo más contemporizada que su original y cantada por Haynes, el repertorio se desarrolló con la alternancia en los micrófonos, dejando paso así a James en “I Don’t Need No Doctor” de Ray Charles (popularizada también por John Mayer) y una divertida sesión de ritmo y blues castizo al estilo Raimundo Amador de “No Me Creo Ná”, cantada por Campillo.
Sentadas las bases de la propuesta, Alan Haynes flotó señorialmente por el blues de “Every Night Every Day” de Patrick Sweany. Y es que la conjunción de los dos guitarristas se hace con naturalidad pasmosa porque el norteamericano dibuja melodías y planea por los solos con una elegancia distante, tirando de ‘la garra de los dos dedos” tan señera, mientras que el español brega con emoción en los dedos y la propia expresión corporal, aportando un plus más de distorsión, como reflejó en “Desconfío De La Vida”, después del baile funky de “Superstition”.
Con bien de ‘slap’ de bajo seguiría “If You Want Me To Stay”, con esas escalas que después fagocitarían The Rolling Stones en “Miss You” y “Funky Texas”, con alardes del manejo del ragtime ambos y cierto aire a Lynyrd Skynyrd en la progresión. El rock and roll primigenio se hizo carne en la “Ruta 66” de Santiago Campillo, para pasar a Sonny Boy Williamson en “Help Me”. En el tramo final, llegaría un cumplido y sentido homenaje a BB King con “La Magia Desapareció”, un tempo lento que tendría una continuación de aires latinos con el blues más caliente de “About To Lose Your Clown” de Gary Smith.
Para la despedida oficiosa desbarrarían a lo grande con el rock grasiento de Cream y una versión españolizada de “Sunshine Of Your Love”, transformada en “El Cielo De Tu Amor”. Para los bises quedaría resucitar a Hendrix con “Little Wing” y a Jimmy Reed con “Buy Me A Hound Dog”. El colofón a una noche sin mácula donde se hizo excelencia desde la más absoluta naturalidad de sus intérpretes.
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